miércoles, 29 de agosto de 2012
La Flotilla de la Libertad
Una visión real y divertida de los objetivos de la famosísima Flotilla de la Paz que de vez en cuando montan los pijiprogres y que sale a reventar de origen, pero que a destino no llega ni la cuarta parte de los aguerridos tripulantes y más si piensan que las guardacostas israelíes les esperan para lavarlos, cortales el pelo y devolverlos a origen.
Poco más hay que decir, porque Alfonso Ussía lo analiza todo en su texto. No tiene desperdicio. En verano siempre hay un rato para leer.
Un queridísimo pariente, recién diplomado en navegación, partió del puerto de Barcelona para cumplir su primera singladura en solitario. No era complicada. De Barcelona a Pollensa. El barco era potente, y al nuevo capitán se le antojó extraño que Pollensa no estuviera ubicada en el lugar que él había elegido para ello. Mar, mar, mar y Pollensa que no aparecía. En vista de ello, decidió cambiar el rumbo en 180º y volver a Barcelona. Lo hizo y llegó a Pollensa. De no haberlo modificado, le aguardaba la costa de Argelia, en la que nada se le había perdido.
Algo parecido ha debido sucederle al capitán del «Estelle», el buque insignia de la llamada Flotilla de la Libertad, que navega hacia Gaza para solidarizarse, una vez más, con los terroristas de Hamas. El «Estelle» es muy conocido en el mundo. Parte con la tripulación, invitados y activistas a tope, y llega a Gaza –si lo consigue–, con el capitán y cuatro marineros.
Todos los valientes embarcados –Guillermo Toledo en una ocasión– se apresuran a abandonar el barco a medida que se aproximan a su destino, fuerte y lógicamente vigilado por las patrulleras de Israel. Los hay que también embarcan de corazón y siguen milla a milla la singladura desde sus despachos jugándose el pellejo. El «Estelle», entre bergantín y goleta, es un precioso balandro con tres mástiles. Desde la lejanía se intuye una considerable falta de higiene en sus adentros. Lo sorprendente es que rumbo a Gaza, haya sido homenajeado en San Sebastián. Por muy primos hermanos que sean los de Bildu-ETA y los de Hamas, San Sebastián no se halla en el rumbo de Gaza. El capitán puede ser un despistado, pero no tanto.
De San Sebastián partirá hacia Gaza, después de los homenajes etarras, con muchas millas por delante y demasiados puertos para desembarcar. El «Estelle» es como aquellos cuartetos de cuerda de la Unión Soviética después de una larga gira por las salas de conciertos occidentales. Se decía que un cuarteto de cuerda era lo que volvía a la URSS de toda una orquesta sinfónica. Volvían sólo los comisarios políticos, que según la avispada observación de Santiago Amón, imitaban a la perfección la noble maestría con los violines y los contrabajos, pero éstos carecían de cuerdas. Un gran ballet folclórico soviético, el de Igor Moisseiev, entre las actuaciones de París y Madrid perdió a más de la mitad de sus bailarines. Aprovechando el trepidante número del «gopak», conocido en Occidente como el baile de los cosacos, con sus saltos y sus volteretas, se impulsaban desde el escenario al patio de butacas, y sin dejar de dar saltos, abandonaban el local, ya a la carrera, en busca de la embajada de los Estados Unidos.
Para llegar a Gaza desde San Sebastián, hay que abastecerse en Santander, Gijón, La Coruña, Vigo, Oporto y Lisboa en un primer tramo de la singladura. A Lisboa llegarán menos de la mitad de los que han lucido la horrible bufanda palestina en la capital de Guipúzcoa. Posteriormente, Faro, en el Algarve, Punta Umbría, Sanlúcar, Cádiz o el Puerto de Santa María, y Zahara de los Atunes o Tarifa. Si el viento para cruzar el estrecho es de levante, todos los tripulantes de la Flotilla de la Libertad se quedarán haciendo «windsurf» en la playa de Bolonia, y si no, tiempo al tiempo. Y luego el Mediterráneo, y ya en el tramo final, el perfil de las patrulleras de Israel, que no se toman las cosas a la ligera ni gastan bromas, como se ha demostrado anteriormente. Se acercará una de ellas al «Estelle», le convencerá el oficial al mando al capitán sin rumbo que proceda a girar, y el capitán procederá con obediencia y pondrá rumbo a San Sebastián, que queda tan a mano. Allí, al menos, mientras gobierne el terrorismo sonriente, serán tratados con toda consideración.Y es posible, que en premio a la desventura, los que hayan resistido hasta las proximidades de Gaza, sean invitados a merendar en Marinaleda por el alcalde Sánchez Gordillo, que al menos, un buen lote de jamones y embutidos ibéricos sí les puede ofrecer. Entre los supermercados atracados y los 200.000 euros que no aparecen, el banquete está asegurado.
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