miércoles, 29 de agosto de 2012


Katalonien: Llorones, rastreros, despilfarradores.......

El problema que tiene el Gobierno central con las Autonomías es de órdago. Se les ha puesto un tope y es evidente que algunas, caso de la catalana, se han pasado por el arco de sus caprichos la solidaridad que reclama la situación económica española y mundial.

Los nacionalistas no están dispuestos a ceder ni un ápice en su despilfarro y, es evidente, alguien tendrá que poner el cascabel al gato. Y es que hay algo que jamás he comprendido, lo de las embajadas de la gran katalonien en las principales capitales del mundo.

¿Cuantos humanos hablan catalán en el mundo? Pues no vean la pasta que se dedica a su difusión. 

Y para rematar, lean el comentario que apareció esta mañana en La Razón, "La Soberbia y el fracaso".



Ni el problema es Cataluña ni el mal radica en el nacionalismo. No al menos en el nudo que pretende deshacerse, el de un modelo autonómico que tal y como se ha desarrollado no puede financiarse; no por su mastodóntica estructura, y menos por los desvaríos, las ensoñaciones y las bacanales en el gasto de una generalidad de irresponsables dirigentes que, simplemente, no han demostrado estar a la altura.

El caso catalán es especialmente sangrante porque en la petición de rescate converge la mentira descarada, el rotundo cinismo y el orgullo peripatético del que se encuentra desbordado después de certificar cómo quiebran sus aldeanas utopías y, casi peor, su cuenta corriente. ¡¿Qué es eso de que Madrid enviará a Barcelona el dinero que los españoles usurpan por sistema a aquella región?! ¡¿Qué es eso de que voy a coger una morterada de millones de euros de las arcas de todos y a hacer, acto seguido, lo que me venga en gana?! ¿A cuento de qué tienen que soportar los ciudadanos a políticos vacilones que se comportan como esos fanfarrones que se acodan en la barra del bar, whisky en mano y palillo entre los dientes, a la espera de bronca?

Las provocadoras y descacharrantes declaraciones de los voceros de CiU no pueden tapar sin embargo el verdadero fondo de la cuestión. Las cajas de las administraciones públicas están tiritando y, si no lo remediamos, pueden aparecer hasta telarañas. La lógica va a imponer que las fichas autonómicas vayan cayendo una tras otra en un efecto dominó que revelará la pura y dura incapacidad para afrontar los pagos más elementales. En consecuencia, hagan los números cuanto antes y pidan lo que tengan que pedir. Asuman sus clamorosos fallos y corríjanlos. Con estilo y celeridad. Y eviten actuar como faroleros o perdonavidas.



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