sábado, 25 de agosto de 2012



Carta de un almirante a un presunto delincuente
A Sánchez Gordillo le cantan la caña 

Lleva unas semanas haciendo el mono por andalucía, sin que se haya producido hasta el momento ninguna reacción ni por parte de la Justicia ni del Ministerio del Interior, lo cual no deja de ser significativo.

Este sujeto no lleva camino de parar, no. Más bien sigue amenazando e insultando a todo lo que se mueve, incluido el ministro del Interior. ¿Esto se puede tolerar en un estado de derecho? Ello, con la agravante de que el artista cobra del presupuesto, que le pagamos sus sueldos todos los españoles.

Pues nada, a seguir así. Lean la carta que pone firmes a Sanchez Gordillo y otras cosas del Estado. ¿Hasta cuando vamos a soportar todo esto los españoles de bien?


Señor mío, no es referencia formal, sino real, porque el sueldo que usted cobra se paga con los impuestos de los españoles, de los que formo parte, y por tanto, usted pertenece a la casta que impone su voluntad a las gentes de este país en nombre de los intereses de su secta, IU y su sindicato, el SAT, aunque se disfrace de lagarterana, cuatrero de tetrabriks o militante de la causa palestina.
Verá usted, estoy más que harto de pagar el sueldo a impresentables como usted, que en nombre de su particular causa y fanatismo tratan de adoctrinar a las masas, aprovechándose de que este país ha perdido el norte, para sacar tajada para los de su secta y para usted. A mí, personalmente, me fascina su hipocresía, su irresponsabilidad, su mezquindad y su miseria, solo un patán con su iluminación podría en estos momentos incitar a la rebelión popular para hacerse el imprescindible, eso sí, con una inmunidad parlamentaria conferida no para hacer lo que hace, sino para defender a los ciudadanos, y no enfrentar a unos ciudadanos con otros.
Usted no es un demócrata, ni nunca lo ha sido, sino un fanático que utiliza la democracia para alcanzar su utopía, pisando los derechos de los demás, ciscándose en la libertad del prójimo, como cualquier fascista o estalinista que considera que su verdad es más verdadera que la de los demás, y que la justicia es lo que a usted le brota de los meninges y no la ley que ha de imperar sobre todos en un mundo civilizado.
Si usted no fuera tan imbécil como es, se daría cuenta de la repercusión de sus actos teatrales, porque hoy, sin ir más lejos un guardia municipal ha fallecido en Madrid a manos de unos magrebís que atracaron una oficina de correos, porque seguro que también tenían hambre y su causa era muy justa, y al final, como lo que hay en los supermercados o el dinero público no es de nadie, pues que más da. Y si se producen altercados, usted se envuelve en la kufyya y ahí se las den todas, de martir por la vida y aspirante a mahdi. ¡Que asco de demagogia!
He estado mirando los sueldos de Marinaleda, población de 2700 habitantes de la que usted es alcalde y he descubierto que no vive usted tan mal como parece, ni los que le acompañan tampoco. (El alcalde de Marinaleda cobra 70.367 euros al año).
Además, creo que usted no ha renunciado a su acta de diputado, sueldo y prebendas que le acompañan, sino es porque el Tribunal Constitucional emita sentencia al respecto. Pero lo más importante es que de los 4,4 millones presupuestados, por el Ayuntamiento de Marinaleda el 78 %, proviene de subvenciones y ayudas de otras administraciones.
Verá usted, si quiere ser solidario renuncie públicamente a sus sueldos y que los pasen directamente al banco de alimentos, pero no lo haga a costa de los demás, pedazo de hipócrita, no lo haga agrediendo a los trabajadores de un supermercado, para robar a una empresa española, que además es de las pocas que ha creado trabajo en este país.
Señor Gordillo, hágame un favor: ¡váyase usted a la mierda!, ya tenemos bastantes problemas para tener que resolver las gilipolleces de un iluminado que trata de darnos lecciones morales, cuando lo que tendría que estar es exigiendo a sus comparsas donde se ha ido todo el dinero público que ha desaparecido por la corrupción de Andalucía, que por eso es por lo que cobra.
Me despido de usted, con mi más soberano desprecio a un miserable. Que tenga usted una buena estancia en la cárcel.

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