Garzón ataca de nuevo
Es uno de esos personajes que se
cree insustituibles, pero que desapareció del panorama jurídico español se vive
mejor, más relajado el ambiente, hay menos punición ambiental. Se fue a enredar
a otras latitudes, a vender humo a las repúblicas bananeras, que es donde mejor
se maneja el artista.
Ahora ha tenido una nueva ocurrencia
como es lo que llaman su unión de destino en lo universal con otro personaje de
capa caída, el gran Gaspar Llamazares. ¿Qué puede salir de ahí? Seguro que nada
bueno.
A Llamazares ya le han dado la
patada al culo en su queridísimo Partido Comunista. A este le están dando
patadas en el trasero en su hábitat natural. Pues juntitos, cogiditos de la
mano can camino de su fracaso definitivo. Va a ser una despedida de los escenarios
conjunta. Un hasta siempre que se recibirá con gran alegría por la mayoría de
los españoles.
La fama es efímera y, aunque a
muchos no nos llegó a engañar a nadie, tras su paso por el Partido Socialista
nunca debió regresar a la judicatura, solo por respeto al estado de derecho,
pero este sujeto sólo se respeta a sí mismo.
Alfonso Ussía es uno de los
columnistas de lujo de la prensa española y hoy, en La Razón, publica una columna
que es una gozada, un análisis perfecto de estos dos cracks a los que les
pronostica un futuro bastante negro. Lean y disfruten de la mejor literatura
política.
Divertido panorama
El ex juez prevaricador Baltasar Garzón ha confirmado su
intención de unirse al proyecto político de Gaspar Llamazares. Me parece bien
en lo que respecta a la recuperación definitiva de su actividad. Garzón siempre
ha sido más político que juez, y de ahí las consecuencias. Su paso por el PSOE
fue fulgurante pero efímero. No le hicieron ministro, renunció a su escaño,
retornó a la
Audiencia Nacional y con todos los datos acumulados en su
breve paso por la
Administración se dedicó a perseguir a quien lo había
nombrado por atender las súplicas de José Bono. La Audiencia Nacional
le aburría sobremanera, y se inventó el asunto de Pinochet, con el que obtuvo
una gran popularidad internacional. Con Castro no se atrevió previamente. Y es
lógico, porque Castro es uno de sus ídolos, y los ídolos, como su nombre
indica, están para ser idolatrados, no detenidos. En España Garzón era un
personaje premiado y maravillosamente tratado. Asistía de gorra en barreras y
burladeros a todas las corridas de toros interesantes, y en otoño e invierno se
le recibía con alborozo en las monterías, su fundamental pasión. Garzón es un
afamado montero con una elegida pericia en el disparo. Lo experimentaron
decenas de venados, jabalíes y muflones de las sierras andaluzas, sus manchas
preferidas.Cuando el Tribunal Supremo lo apartó de la Justicia por
prevaricador, con la inestimable ayuda del entonces partido gobernante, el
PSOE, se acopló en cargos digitales y enchufados en determinados países de
Hispanoamérica como asesor de derechos humanos, o algo parecido. Se hizo amigo
de la señora Fernández en Argentina, y también en aquella devastada y
maravillosa tierra, de Hebe de Bonafini. En Ecuador los abogados lo rechazaron.
Y en Colombia, aún mantiene sus canonjías intactas. Pero la sombra de la
depresión social le ofreció su compañía. Nadie le invitaba a las corridas de
toros, y los venados, jabalíes y muflones experimentaron un gran alivio cuando
supieron que aquel montero arocho y avezado no era bien recibido en las fincas
serranas como antaño.
Garzón ha dado el saltito que separa al socialismo radical
del comunismo, y desea unirse a Gaspar Llamazares para culminar el proyecto
político del asturiano, que no es otro que seguir viviendo a cargo de los
presupuestos hasta que las urnas le señalen el camino de la salida. Llamazares
es ya muy poquita cosa en Izquierda Unida, y necesita un buen golpe de
propaganda. Garzón se lo ofrece. Ignora Llamazares que meter un zorro en un
corral poblado por pollitos no es una medida prudente. Pero será divertido
verlos juntos caminando de la mano hacia el ocaso definitivo.
Si Llamazares quiere potenciar su pequeño partidillo con
otros fracasados relevantes, los tiene a montones a su plena disposición. Por
ahí anda, con su empanada mental más condimentada que nunca, Federico Mayor
Zaragoza, aquel Rector de la
Universidad de Granada durante el franquismo poco amante de
la libertad de expresión de los estudiantes y posteriormente ministro del
Gobierno de la UCD. Por
ahí anda, mas desencuadernado que nunca Jorge Verstrynge, el mimado de Fraga en
Alianza Popular, siempre derrotado en las urnas, y en la actualidad, asesor de
los bolivarianos de Chávez. Un partido político liderado por Llamazares, y con
Garzón, Mayor Zaragoza y Verstrynge de arietes, puede terminar resultando
atractivísimo y más que divertido. Síntesis de las ventajas del futuro.
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