jueves, 19 de julio de 2012

EL LIBERADO
Un buen amigo de la casa nos ha permitido colgar este texto que es una delicia y no tiene desperdicio. Entre la banca y los sindicatos están poniendo las cosas difíciles al Gobierno para salir de esta. Esto de los liberados es una peste que no me explico porque han de sufrir todos los españoles. El que quiera sindicatos, que se los pague. No me explico eso de tener sindicatos subvencionados y viviendo como millonetis. ¿Donde ha ido todo el dinero de las subvenciones? Una auditoría iba a dejar en pañales el escándalo de la Sgae. Lean, lean el texto que es de primera.


EL LIBERADO.

Trabajé para una multinacional en las postrímerías del siglo. No voy a decir de qué siglo. Se sabría mi edad.

El caso es que, entre mil y pico trabajadores de la sucursal en Santander, había seis liberados. Con su jerarquía correspondiente, es decir: un jefe máximo - que no la hincaba -, dos secretarios - que tampoco - y tres vocales - ¡que vaya usted a saber dónde estaban! -.

Encargado como yo era de la cuestión de desplazamientos de la empresa, recibí por el interfono - un aparato extraño que no conocen los púberes de ahora - un llamado del 'másmás', ó 'meromero', que diría un mejicano:

- Manuel - me dijo -, tengo una reunión importantísima del sindicato que tiene lugar mañana por la mañana en Madrid. Es vital. Crucial. Afecta muy directamente a los trabajadores de la empresa. Como no quiero dormir en Madrid, ni perder tiempo, resérvame un coche-cama climatizado para esta noche y el regreso para mañana.

- Vale. Te llamo en seguida.

Por aquél entonces, había tres tipos de coche-cama: turista (que era austero, pero suficiente), normal (que era perfectamente confortable) y climatizado, el más caro, que era un auténtico lujo: con minibar, atención constante del jefe de vagón y privilegios varios.

Consultada la reserva con RENFE, me indicaron que para la ida a Madrid no había plazas en climatizado, sí en Normal, y para el regreso era posible conseguir 'clima'.

Ante la urgencia e importancia de la reunión que me indicó el jefe de los liberados, no dudé: reservé coche-cama en normal para la ida, y en climatizado para la vuelta. Y llamé al interfecto:

- Fulanito, que ya tienes la reserva. Tendré los billetes para ti en unos minutos. Pásate por el despacho a recogerlos cuando quieras.

- Ya. Pero en 'clima' ida y vuelta, ¿no?

- No. La ida es en normal. Pero como tu reunión sindical es tan importante y de tanta urgencia, me he tomado la libertad de hacerte la reserva así.

Silencio durante unos segundos en el auricular.

- ¡Ah, no, no...! ¡Con el calor que hace! ¡Si la ida no es en clima, no voy! ¡Cancela la reserva!

Y me quedé noqueado. Si la reunión era vital para los trabajadores y el síndico se dirigía a Madrid para defender los derechos de éstos... ¿Qué le importaba ír en un coche-cama que en otro...? Y, si no era tan importante como para anularla por tan nimia circunstancia... ¿A qué coño iba a Madrid?

Me lo explicó más tarde, frente a dos Carpanos en el Orly (que frecuentábamos mucho, y muchos): "Mira, Manolo, una cosa es luchar por los trabajadores y otra matarse por ellos".

Luego fue consejero de una cosa que antes se llamaba cajadeahorros, se forró lo suficiente y se cambió de barrio. Aún lo veo, exultante y con barba, alternando a vinos con sus ex vecinos, por aquello de decir que sigue siendo un rogelio con toda la barba. Sopla Verdejo por las mañanas y Johnnie Walker etiqueta negra, por las tardes.

A veces, me encuentro con él, y recordamos ésa y mil anécdotas más. Y se ríe, el tipo. No puede aguantarse.

Pero ahora, aunque ya está prejubilado (desde los cincuenta, aproximadamente) aberra contra la medida del Gobierno de poner a los vagos a trabajar, o que se vayan a casita, o que les pague el sindicato.

- Esto es una infamia - dice -.

Mientras el Johnnie Walker de seis euros resbala por su garganta tranquila.

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