Es un espectáculo de color y creatividad en la que participan niños y
mayores
LA
FIESTA DE SAN GIL, EN ENGUERA,
ÚNICA EN EL MUNDO
Se
celebra el 1 de septiembre desde 1862, en que la revista “El Museo Universal”
le dedica un grabado
“¡Viva San Gil!,
con las patas de badil y las orejetas de
bufacandil...”
Así comienza la fiesta de San Gil, entonando el
canto tradicional que, de generación en generación, transmiten los padres a los
hijos; para a continuación asistir a una procesión multitudinaria en la que los
niños, en su mayoría, cargan las cruces, ramos, y, en los últimos años,
elaboradas figuras que representan imágenes de animales, objetos, etc., todas
ellas hechas con el hinojo recogido por los habitantes de Enguera. El día 1 de
septiembre, a partir de las 10 horas, frente al Ayuntamiento, disfrutarán los
enguerinos y enguerinas y visitantes de una nueva edición.
Durante varios días, tanto
jóvenes como adultos, acarrean -ya sea a hombros, en carretas, incluso en la
trasera de la bicicleta-, manojos de hinojo con el que luego elaborarán las
cruces o ramos de la
fiesta. Se recorren los caminos y ribazos, orillas de la
carretera, buscando y recogiendo el preciado hinojo, llamado “fenoll” en
valenciano.
Esta planta se utilizaba ya
en tiempos remotos -por romanos y árabes-, con fines medicinales, dadas sus
propiedades aperitivas, estomacales y diuréticas. El fruto de la planta se ha
utilizado, en ocasiones, en la elaboración de distintas bebidas anisadas. De
hecho, cuando la fiesta acaba, los ramos de hinojo se llevan a las casas donde,
si es necesario, una vez seco, se pueden preparar infusiones con las que
aliviar los tan temidos “flatos”. Con empeño y laboriosidad, los mayores ayudan
a los niños a confeccionar el ramo en cuestión, adornándolo con papelitos de
colores, banderitas o flores.
Los adolescentes optan por
hacer manojos grandes y pesados, que cada año superan, como en un “Record
Guiness”, el tamaño y longitud del anterior. Los recién nacidos y niños de
corta edad son partícipes de la fiesta, pues los padres crean para ellos
pequeños ramos o cruces, con las debidas protecciones para evitar pinchazos o
lesiones leves.
La algarabía que se forma
ese día es, precisamente, la competencia en quién lleva el ramo más adornado,
grande u original. El día 1 de septiembre, la población participante se reúne a
las puertas de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel para recibir la
bendición por parte del cura párroco, mientras los niños y demás asistentes
levantan sus ramos para recibir el agua bendita y, a continuación, ir en
procesión hasta el Convento, donde finaliza el acto con la entrega de premios a
los mejores trabajos.
Los
orígenes de esta fiesta inmemorial, son un tanto inexactos, a pesar de que en
1862 la revista “El Museo Universal” le dedica un hermoso grabado en el que se
reproduce la bendición del hinojo en la villa de Enguera. En el se puede ver
plasmada, fielmente, la fachada de la iglesia arciprestal enguerina y un numeroso grupo de niños y mayores, con
sus manojos, esperando y recibiendo la bendición sacerdotal.
El 1 de septiembre de 1881, se bendice y preside por
primera vez la fiesta de San Gil, una pequeña imagen del santo Abad, tallada en
madera, salida de la gubia infantil de un artista que llegaría lejos en su arte
y sería escultor, pintor y maestro de otros jóvenes artistas: Isidoro Garnelo
Fillol, que a los catorce años y residiendo en Valencia, quiso obsequiar a los
enguerinos con aquella figura de San Gil (según se puede leer en la revista Enguera de
1967). Años más tarde, ya desaparecida, sería sustituida por la imagen que
regaló el niño Paris Palop Jorge, en 1960. Pedro Sucías, en sus “Apuntes
históricos de la villa de Enguera” –manuscrito fechado en 1908-, apuntaba lo
siguiente: “Costumbre tan inveterada no sabemos de donde trae su origen; pero
es lo cierto que en Ritual Romano se encuentra, entre otras formulas, la
bendición del hinojo”.
Por otro lado, la fiesta
coincide con la reanudación de las tareas escolares, sirviendo, a su vez, de
colofón a las vacaciones estivales y, también, en la actualidad, pone fin al
Verano Cultural que cada año se celebra en Enguera.
El Alcalde de Enguera, Santiago Arévalo,
manifestó que “no recuerdo un inicio escolar sin haber asistido antes a la
fiesta de San Gil. Esta tradición propia y única de Enguera, también única a
nivel mundial, hace de esta villa, un pueblo fiel a sus tradiciones; en medio
de un ambiente puro, serrano y, como no, actual…Ya que la fiesta se ha adaptado
a nuestros días, haciendo brotar de la imaginación de nuestros ciudadanos
nuevas formas para los típicos ramos y cruces de antaño”.
Es proyecto futuro de esta
Alcaldía, empezando a dar sus pasos este próximo día 1 de septiembre, el
exponer los ramos, cruces o figuras ganadoras de este año y los siguientes en
la Casa de la Cultura, para que todos puedan contemplar el aroma y belleza de
las obras; creando así una futura exposición de la fiesta de San Gil con
fotografías y documentación de una tradición tan singular y exclusiva.
Tras
la procesión, la Cooperativa del Campo obsequia a los asistentes con bocadillos
con aceite de oliva virgen elaborado por la propia cooperativa, que goza de un
gran prestigio comercial. Igualmente, a lo largo de la mañana el Club de
Bolilleras de Enguera realizan un taller de bolillos y enseñan a cuantos lo
desean.
San Gil
San Gil -“El Protegido o
Defendido”, en latín; o “cabrito”, en griego-, ermitaño, se supone era de
origen griego, que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas lo
consideraban un rico heredero, que tras una peregrinación a Roma, emigró a
Marsella, estableciéndose como anacoreta, en un bosque, en la desembocadura del
río Ródano, donde en Arles se hizo religioso.
Posteriormente se retiró a
un bosque no lejos de Nimes, y allí vivió como ermitaño hasta fundar un monasterio,
hoy Sant-Giles-du-Gard, famosa etapa en los caminos de Santiago y Roma, del que
fue abad. Se le atribuyen hechos y milagros, algunos de imborrable belleza,
como el de la cierva perseguida por cazadores, a la cual protege a costa de ser
herido él mismo; o el de los tres lirios que florecen en un yermo, disipando
sus dudas acerca de la virginidad perpetua de María.
Se le llamó el abogado de
los pecadores, ya que se decía: que era el único santo al que se podía invocar
con la certeza del perdón de los pecados, siempre que el pecador se
arrepintiese y viera propósito de enmienda.
Lo cierto es que San Gil era
un santo comprensivo y misericordioso, protector de pobres y tullidos; incluso
de los arqueros por haber sido herido con una flecha. Defensor del miedo, las
madres lo invocaban para vencer el temor nocturno de sus hijos, así como para
enfermedades como el cáncer o la epilepsia, llamada “mal de San Gil”.
Llegó a ser uno de los
santos más populares, muchas iglesias de Europa llevan su nombre –sobre todo
Francia-, e incluso algunas en Inglaterra, Escocia, Austria y la Cracovia
polaca. Se le representa como un anacoreta con varios atributos: la cierva, el
lirio, la flecha clavada y un mensaje celeste en una filacteria por haber
descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.
Los niños y niñas que acuden a los talleres de
animación infantil durante las mañanas
del mes de agosto también van a colaborar con la fiesta haciendo
sencillos trabajos elaborados por ellos mismos con la ayuda de los monitores
becados por la Dipu.