sábado, 27 de octubre de 2012



Zapatero, Tribunal Constitucional y Rajoy


El desastre nacional que ha significado el paso de Zapatero y Rubalcaba por el Gobierno de España se podrá valorar después de que pasen algunos lustros. Poco a poco irán saliendo cadáveres del baúl de la "Piquer". Estos dos políticos han sido una desgracia, un tsami de efectos colaterales del que ahora hay un nuevo ejemplo tras las elecciones vascas.
 
Zapatero y Rubalcaba permitieron la felonía del Tribunal Constitucional (Prostitucional para muchos) de dar el placet a las marcas de ETA, en contra del criterio del Tribunal Supremo, y ahora nos encontramos con esta situación. Los Etarras con más poder que nunca y a un paso de hacer repoker en el Pais Vasco. Han sido una ruina para España y, encima, han salido indemnes.

PP y PSOE  van a tener que meditar mucho la situación a la que se enfrentan en esta demarcación electoral, en muchos casos por la negligente actuación de sus dirigentes y lo peor es que sus pésimos gestos los van a pagar todos los españoles.

Lean esta meditación sobre el post electoral vasco, otro día el catalán. 




La herencia de Zapatero y Rubalcaba que Rajoy aceptò




La vuelta de ETA al Parlamento vasco como segunda fuerza política, la conformación de la Cámara vasca con más diputados independentistas y el hundimiento de los dos partidos constitucionalistas, PP y PSE, son sin lugar a duda las tres conclusiones que se pueden extraer del resultado de las elecciones celebradas el pasado domingo.

En primer lugar, la franquicia con la que ETA se presentaba a estas elecciones, la coalición EH-Bildu, ha conseguido el mejor resultado de su historia (21 parlamentarios y 277.000 votos), convirtiéndose en la segunda fuerza política de la Comunidad Autónoma Vasca, aunque a una distancia de la primera, el PNV, mayor de la esperada y desde luego deseada por la denominada izquierda abertzale, ya que Bildu ha sacado 6 escaños y 107.000 votos menos que el partido de Iñigo Urkullu.

ETA hará su propio análisis de los resultados

Aquí radica una de las mayores contradicciones del análisis que hará ETA. Por un lado, los de Bildu dirán que entrar en el Parlamento como segunda fuerza política es un dato positivo para sus intereses, y sin duda lo es. Pero, por otro lado, ETA no puede estar satisfecha del todo con el resultado obtenido. Se ha quedado a demasiada distancia del PNV, y en Guipúzcoa –el feudo tradicional de la izquierda abertzale– sólo han ganado por 500 votos al partido de Urkullu, empatando en escaños; no suman con el PSE para formar Gobierno y es más que probable que el próximo lehendakari se apoye más en los socialistas vascos que en ellos para sacar adelante sus iniciativas legislativas.

Sin ningún genero de duda, la banda terrorista hará un análisis profundo de los resultados electorales y habrá que estar muy atentos –sobre todo lo deberán estar las Fuerzas de Seguridad del Estado y los servicios de inteligencia– a las conclusiones a las que pueda llegar.

Tras cincuenta y tres años de macabra existencia, en los que ha asesinado a 857 personas, ETA se ha hecho con el poder en Guipúzcoa, donde gobierna en la Diputación Foral y en importantes ayuntamientos, como el de San Sebastián. Y ya es la segunda fuerza política en el País Vasco. Cuando hace un año la banda terrorista anunció su "cese definitivo" de la violencia, el entonces candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno –y exministro del Interior–, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo aquello de: "Les hemos quitado las bombas, ahora hay que quitarles los votos". Y su sucesor en el Ministerio, Jorge Fernández Díaz, no se ha cansado de repetir durante el año que lleva en el cargo: "ETA ha sido derrotada".

A la vista de los resultados obtenidos por la franquicia de ETA, y ante el análisis que la banda terrorista hará de los mismos, ¿se atreverán Rubalcaba, Fernández Díaz o cualquier otro responsable político del PP o del PSOE a seguir diciendo esa memez de que ETA ha sido derrotada?

Casi dos tercios de diputados independentistas

En segundo lugar, las elecciones de este domingo han conformado el Parlamento vasco con más partidarios de la independencia de su historia: 48, sumando los 27 del PNV y los 21 de EH-Bildu, de un total de 75. Por el contrario, los parlamentarios partidarios de que el País Vasco siga formando parte de España sólo son 27, sumando los 16 del PSE –que es mucho sumar, viendo que los socialistas vascos han manifestado su apoyo al referéndum de Escocia–, los 10 del PP y el de UPyD. Es decir, y esta sería la tercera conclusión, el llamado constitucionalismo en el País Vasco –lo cual, aplicado al PSE, puede ser un exceso por la razón apuntada anteriormente– se ha hundido en estas elecciones, obteniendo los peores resultados desde la transición democrática.

Al final, en la vida, siempre se recoge lo que se siembra. Y en estas elecciones ha fructificado todo lo sembrado por Zapatero en sus ocho años en La Moncloa, con su proceso de negociación política con ETA, que llevó aparejada la vuelta de los terroristas a las instituciones; porque habrá que recordarlo, ETA –después de la ilegalización de Batasuna– pudo volver a presentarse en las elecciones autonómicas del 2005, en las municipales del 2007 y del 2011 y en las generales de hace un año, bajo las siglas PCTV, ANV, Bildu y Amaiur, respectivamente.

Siendo Zapatero el principal responsable de este desastre, no es el único. Hace once meses que Mariano Rajoy ganó las elecciones por mayoría absoluta. ¿Qué ha hecho en todo este tiempo para plantar cara, desde el Gobierno, con los instrumentos que tiene el Estado, a lo que muchos veíamos venir en estas elecciones? Absolutamente nada. Mejor dicho, recibió la envenenada herencia de Zapatero en este terreno y se ha limitado a administrarla, con episodios tan lamentables e indignos para los españoles y para las víctimas del terrorismo como la puesta en libertad del torturador/secuestrador de Ortega Lara Josu Bolinaga, o manteniendo viva la denominada vía Nanclares, puesta en marcha en su día por Rubalcaba.

El futuro de López y Basagoiti

Pero como se dice habitualmente, en el pecado llevan la penitencia. Y tanto el PSE como el PP, es decir, los dos partidos, uno por acción y otro por omisión, que han estado enfrascados en el mal llamado proceso de paz, han tenido un severísimo castigo en estas elecciones. Los socialistas se van del Gobierno vasco con el rabo entre las piernas. Han perdido 9 escaños y 106.000 votos respecto a las elecciones autonómicas de marzo del 2009, y pasan a ser la tercera fuerza política de la CAV. El futuro político, si es que lo tiene, de Patxi López pasa por abandonar la política del País Vasco y esperar que lleguen mejores tiempos en Ferraz, donde su amigo Rubalcaba tampoco lo va a tener fácil en los próximos meses, vistos los resultados de Galicia y del País Vasco.

En cuanto al PP vasco de los Basagoiti, Oyarzabal, Semper, Quiroga y Alonso de turno, les quedará el triste honor de haber conseguido devolver el centro-derecha vasco a los resultados electorales de 1990, cuando en Álava se produjo una escisión en el PP y nació Unidad Alavesa. En las elecciones de aquel año los populares sacaron seis escaños y su escisión, tres, muy cerca por tanto de los diez que este domingo ha obtenido el PP de Basagoiti. Este partido, con respecto a las elecciones autonómicas de 2009, en las que Basagoiti ya fue candidato a lehendakari, ha perdido 3 escaños y 16.000 votos. Pero si la comparación se hace con otras citas electorales, el resultado es aun peor. Este domingo el PP ha obtenido 10 diputados y 130.000 votos (el 11,73%). En 1998, con Carlos Iturgaiz de candidato a lehendakari y con una franquicia de ETA también en las urnas, el PP obtuvo 16 diputados y 252.000 votos (el 20,1%), lo que le convirtió en la segunda fuerza política. Tres años mas tarde, en el 2001, con Jaime Mayor Oreja como candidato y con ETA en las elecciones, los populares obtuvieron 19 diputados y 327.000 votos (el 23,1%); también entonces fueron la segunda fuerza política. En el 2005, con María San Gil y también con la banda terrorista en las urnas, el PP sacó 15 diputados y 210.000 votos (el 17,4%).

Pero no se queda solamente ahí el desastre electoral cosechado por los populares vascos. Nunca antes había sucedido que el partido en el Gobierno de España estuviese en unas elecciones por detrás del principal partido de la oposición. Pues esto también lo han conseguido los Basagoitis Boys, ya que el PP ha quedado por detrás del PSE, con un resultado que le relega a la cuarta posición; ha cosechado pésimas cifras en Guipúzcoa (2 diputados de 25) y unas muy pobres en Vizcaya; y en Álava, donde el PP gobierna en la Diputación Foral y en el Ayuntamiento de Vitoria, la candidatura del tándem Oyarzabal-Maroto ha quedado cuarta, tras el PNV, Bildu y el PSE. No se pueden batir mas récords negativos en unas solas elecciones.

Alguien en el PP vasco y en Génova tendría que intentar dar una explicación mínimamente coherente y asumir la consiguiente responsabilidad política por este descalabro electoral, que convierte al popular en un partido irrelevante en el actual mapa político vasco, sin ninguna capacidad de influir en la conformación del próximo Gobierno. A la vista de lo manifestado por la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, en la noche electoral, no parece que de momento la autocrítica sea lo que se imponga en el PP. Aparte de felicitar reiteradamente a Basagoiti, la número dos del PP llegó a afirmar: "En términos generales se ha mantenido el apoyo popular en el País Vasco". Y se quedó tan ancha.

En la asunción de responsabilidades que debería hacer el PP vasco no sería suficiente con un cambio en la presidencia del partido –Maroto por Basagoiti, por ejemplo–, porque el problema es mucho más profundo: afecta al inexistente proyecto político de los populares vascos y a la gran frivolidad y superficialidad con que han actuado sus dirigentes desde la dimisión, en 2008, de María San Gil. Esa situación tiene más responsables que el ocurrente Basagoiti, como por ejemplo el secretario general del PP vasco y director de la campaña electoral, Iñaki Oyarzabal, que además fue premiado por Rajoy en el reciente Congreso del PP en Sevilla con el cargo de secretario de Libertades y Justicia en la Ejecutiva nacional; o, en Guipúzcoa, Borja Semper, un joven y desnortado político con muy poco fuste.

El PNV querrá gobernar en solitario

Ahora solo queda ver qué tipo de Gobierno quiere conformar el PNV. Lo más probable es que el próximo lehendakari, Íñigo Urkullu, quiera presidir un Gobierno en minoría de su partido que busque pactos puntuales, bien con el PSE o con EH-Bildu. No parece que Urkullu esté por la labor de meter a estos últimos en el Ejecutivo, aunque tendrá todo tipo de presiones para ello, y tampoco es probable que, tras su bacatazo electoral, el PSE quiera volver a un Gobierno de coalición con el PNV desde una posición de gran debilidad.

En cualquier caso, y debido a la mayoría soberanista que habrá en el próximo Parlamento de Vitoria, se abre un periodo muy turbulento en el horizonte de la política vasca, donde el PNV se verá sometido a una enorme presión por parte de la franquicia de ETA para avanzar rápido por el camino del soberanismo y la independencia. Tendrá otros ritmos y otras formas que el desafío soberanista lanzado por Artur Mas desde Cataluña, pero al final ambos procesos irán de la mano, con ETA en las instituciones vascas. Todo esto habrá que agradecérselo fundamentalmente a José Luis Rodríguez Zapatero, sin olvidar a Mariano Rajoy.

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