Zapatero, Tribunal Constitucional y Rajoy
El desastre nacional que ha significado el paso de Zapatero y Rubalcaba por el Gobierno de España se podrá valorar después de que pasen algunos lustros. Poco a poco irán saliendo cadáveres del baúl de la "Piquer". Estos dos políticos han sido una desgracia, un tsami de efectos colaterales del que ahora hay un nuevo ejemplo tras las elecciones vascas.
Zapatero y Rubalcaba permitieron la felonía del Tribunal Constitucional (Prostitucional para muchos) de dar el placet a las marcas de ETA, en contra del criterio del Tribunal Supremo, y ahora nos encontramos con esta situación. Los Etarras con más poder que nunca y a un paso de hacer repoker en el Pais Vasco. Han sido una ruina para España y, encima, han salido indemnes.
PP y PSOE van a tener que meditar mucho la situación a la que se enfrentan en esta demarcación electoral, en muchos casos por la negligente actuación de sus dirigentes y lo peor es que sus pésimos gestos los van a pagar todos los españoles.
Lean esta meditación sobre el post electoral vasco, otro día el catalán.
La herencia de Zapatero y Rubalcaba que Rajoy aceptò
La vuelta de ETA al Parlamento vasco como segunda fuerza
política, la conformación de la
Cámara vasca con más diputados independentistas y el
hundimiento de los dos partidos constitucionalistas,
PP y PSE, son sin lugar a duda las tres conclusiones que se pueden extraer del
resultado de las elecciones celebradas el pasado domingo.
En primer lugar, la franquicia con la que ETA se presentaba
a estas elecciones, la coalición EH-Bildu, ha conseguido el mejor resultado de
su historia (21 parlamentarios y 277.000 votos), convirtiéndose en la segunda
fuerza política de la
Comunidad Autónoma Vasca, aunque a una distancia de la
primera, el PNV, mayor de la esperada y desde luego deseada por la denominada izquierda abertzale, ya que Bildu ha
sacado 6 escaños y 107.000 votos menos que el partido de Iñigo Urkullu.
ETA hará su propio análisis de los resultados
Aquí radica una de las mayores contradicciones del análisis
que hará ETA. Por un lado, los de Bildu dirán que entrar en el Parlamento como
segunda fuerza política es un dato positivo para sus intereses, y sin duda lo
es. Pero, por otro lado, ETA no puede estar satisfecha del todo con el
resultado obtenido. Se ha quedado a demasiada distancia del PNV, y en Guipúzcoa
–el feudo tradicional de la izquierda
abertzale– sólo han ganado por 500 votos al partido de Urkullu,
empatando en escaños; no suman con el PSE para formar Gobierno y es más que
probable que el próximo lehendakari se apoye más en los socialistas vascos que
en ellos para sacar adelante sus iniciativas legislativas.
Sin ningún genero de duda, la banda terrorista hará un
análisis profundo de los resultados electorales y habrá que estar muy atentos
–sobre todo lo deberán estar las Fuerzas de Seguridad del Estado y los servicios
de inteligencia– a las conclusiones a las que pueda llegar.
Tras cincuenta y tres años de macabra existencia, en los que
ha asesinado a 857 personas, ETA se ha hecho con el poder en Guipúzcoa, donde
gobierna en la
Diputación Foral y en importantes ayuntamientos, como el de
San Sebastián. Y ya es la segunda fuerza política en el País Vasco. Cuando hace
un año la banda terrorista anunció su "cese definitivo" de la
violencia, el entonces candidato del PSOE a la Presidencia del
Gobierno –y exministro del Interior–, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo aquello de:
"Les hemos quitado las bombas, ahora hay que quitarles los votos". Y
su sucesor en el Ministerio, Jorge Fernández Díaz, no se ha cansado de repetir
durante el año que lleva en el cargo: "ETA ha sido derrotada".
A la vista de los resultados obtenidos por la franquicia de
ETA, y ante el análisis que la banda terrorista hará de los mismos, ¿se
atreverán Rubalcaba, Fernández Díaz o cualquier otro responsable político del
PP o del PSOE a seguir diciendo esa memez de que ETA ha sido derrotada?
Casi dos tercios de diputados independentistas
En segundo lugar, las elecciones de este domingo han
conformado el Parlamento vasco con más partidarios de la independencia de su
historia: 48, sumando los 27 del PNV y los 21 de EH-Bildu, de un total de 75.
Por el contrario, los parlamentarios partidarios de que el País Vasco siga
formando parte de España sólo son 27, sumando los 16 del PSE –que es mucho
sumar, viendo que los socialistas vascos han manifestado su apoyo al referéndum
de Escocia–, los 10 del PP y el de UPyD. Es decir, y esta sería la tercera
conclusión, el llamado constitucionalismo
en el País Vasco –lo cual, aplicado al PSE, puede ser un exceso por la razón
apuntada anteriormente– se ha hundido en estas elecciones, obteniendo los
peores resultados desde la transición democrática.
Al final, en la vida, siempre se recoge lo que se siembra. Y
en estas elecciones ha fructificado todo lo sembrado por Zapatero en sus ocho
años en La Moncloa,
con su proceso de negociación política con ETA, que llevó aparejada la vuelta
de los terroristas a las instituciones; porque habrá que recordarlo, ETA
–después de la ilegalización de Batasuna– pudo volver a presentarse en las
elecciones autonómicas del 2005, en las municipales del 2007 y del 2011 y en
las generales de hace un año, bajo las siglas PCTV, ANV, Bildu y Amaiur,
respectivamente.
Siendo Zapatero el principal responsable de este desastre,
no es el único. Hace once meses que Mariano Rajoy ganó las elecciones por
mayoría absoluta. ¿Qué ha hecho en todo este tiempo para plantar cara, desde el
Gobierno, con los instrumentos que tiene el Estado, a lo que muchos veíamos
venir en estas elecciones? Absolutamente nada. Mejor dicho, recibió la
envenenada herencia de Zapatero en este terreno y se ha limitado a
administrarla, con episodios tan lamentables e indignos para los españoles y
para las víctimas del terrorismo como la puesta en libertad del
torturador/secuestrador de Ortega Lara Josu Bolinaga, o manteniendo viva la
denominada vía Nanclares,
puesta en marcha en su día por Rubalcaba.
El futuro de López y Basagoiti
Pero como se dice habitualmente, en el pecado llevan la
penitencia. Y tanto el PSE como el PP, es decir, los dos partidos, uno por
acción y otro por omisión, que han estado enfrascados en el mal llamado proceso de paz, han tenido un severísimo
castigo en estas elecciones. Los socialistas se van del Gobierno vasco con el
rabo entre las piernas. Han perdido 9 escaños y 106.000 votos respecto a las
elecciones autonómicas de marzo del 2009, y pasan a ser la tercera fuerza
política de la CAV. El
futuro político, si es que lo tiene, de Patxi López pasa por abandonar la
política del País Vasco y esperar que lleguen mejores tiempos en Ferraz, donde
su amigo Rubalcaba tampoco lo va a tener fácil en los próximos meses, vistos
los resultados de Galicia y del País Vasco.
En cuanto al PP vasco de los Basagoiti, Oyarzabal, Semper,
Quiroga y Alonso de turno, les quedará el triste honor de haber conseguido devolver el centro-derecha vasco a
los resultados electorales de 1990, cuando en Álava se produjo una escisión en
el PP y nació Unidad Alavesa. En las elecciones de aquel año los populares
sacaron seis escaños y su escisión, tres, muy cerca por tanto de los diez que
este domingo ha obtenido el PP de Basagoiti. Este partido, con respecto a las
elecciones autonómicas de 2009, en las que Basagoiti ya fue candidato a
lehendakari, ha perdido 3 escaños y 16.000 votos. Pero si la comparación se
hace con otras citas electorales, el resultado es aun peor. Este domingo el PP
ha obtenido 10 diputados y 130.000 votos (el 11,73%). En 1998, con Carlos
Iturgaiz de candidato a lehendakari y con una franquicia de ETA también en las
urnas, el PP obtuvo 16 diputados y 252.000 votos (el 20,1%), lo que le
convirtió en la segunda fuerza política. Tres años mas tarde, en el 2001, con
Jaime Mayor Oreja como candidato y con ETA en las elecciones, los populares
obtuvieron 19 diputados y 327.000 votos (el 23,1%); también entonces fueron la
segunda fuerza política. En el 2005, con María San Gil y también con la banda
terrorista en las urnas, el PP sacó 15 diputados y 210.000 votos (el 17,4%).
Pero no se queda solamente ahí el desastre electoral
cosechado por los populares vascos. Nunca antes había sucedido que el partido
en el Gobierno de España estuviese en unas elecciones por detrás del principal
partido de la oposición. Pues esto también lo han conseguido los Basagoitis
Boys, ya que el PP ha quedado por detrás del PSE, con un resultado que le
relega a la cuarta posición; ha cosechado pésimas cifras en Guipúzcoa (2
diputados de 25) y unas muy pobres en Vizcaya; y en Álava, donde el PP gobierna
en la Diputación
Foral y en el Ayuntamiento de Vitoria, la candidatura del
tándem Oyarzabal-Maroto ha quedado cuarta, tras el PNV, Bildu y el PSE. No se
pueden batir mas récords negativos en unas solas elecciones.
Alguien en el PP vasco y en Génova tendría que intentar dar
una explicación mínimamente coherente y asumir la consiguiente responsabilidad
política por este descalabro electoral, que convierte al popular en un partido
irrelevante en el actual mapa político vasco, sin ninguna capacidad de influir
en la conformación del próximo Gobierno. A la vista de lo manifestado por la
secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, en la noche electoral, no
parece que de momento la autocrítica sea lo que se imponga en el PP. Aparte de
felicitar reiteradamente a Basagoiti, la número dos del PP llegó a afirmar:
"En términos generales se ha mantenido el apoyo popular en el País Vasco".
Y se quedó tan ancha.
En la asunción de responsabilidades que debería hacer el PP
vasco no sería suficiente con un cambio en la presidencia del partido –Maroto
por Basagoiti, por ejemplo–, porque el problema es mucho más profundo: afecta
al inexistente proyecto político de los populares vascos y a la gran frivolidad
y superficialidad con que han actuado sus dirigentes desde la dimisión, en
2008, de María San Gil. Esa situación tiene más responsables que el ocurrente Basagoiti, como por ejemplo el
secretario general del PP vasco y director de la campaña electoral, Iñaki
Oyarzabal, que además fue premiado por Rajoy en el reciente Congreso del PP en
Sevilla con el cargo de secretario de Libertades y Justicia en la Ejecutiva nacional; o,
en Guipúzcoa, Borja Semper, un joven y desnortado político con muy poco fuste.
El PNV querrá gobernar en solitario
Ahora solo queda ver qué tipo de Gobierno quiere conformar
el PNV. Lo más probable es que el próximo lehendakari, Íñigo Urkullu, quiera
presidir un Gobierno en minoría de su partido que busque pactos puntuales, bien
con el PSE o con EH-Bildu. No parece que Urkullu esté por la labor de meter a
estos últimos en el Ejecutivo, aunque tendrá todo tipo de presiones para ello,
y tampoco es probable que, tras su bacatazo electoral, el PSE quiera volver a
un Gobierno de coalición con el PNV desde una posición de gran debilidad.
En cualquier caso, y debido a la mayoría soberanista que
habrá en el próximo Parlamento de Vitoria, se abre un periodo muy turbulento en
el horizonte de la política vasca, donde el PNV se verá sometido a una enorme
presión por parte de la franquicia de ETA para avanzar rápido por el camino del
soberanismo y la independencia. Tendrá otros ritmos y otras formas que el
desafío soberanista lanzado por Artur Mas desde Cataluña, pero al final ambos
procesos irán de la mano, con ETA en las instituciones vascas. Todo esto habrá
que agradecérselo
fundamentalmente a José Luis Rodríguez Zapatero, sin olvidar a Mariano Rajoy.
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